La Comisión Europea gravará provisionalmente hasta el 38% al coche chino por una ventaja “desleal”.
Bruselas anunció la semana pasada que impondrá aranceles de hasta el 38,1% a los vehículos eléctricos provenientes de China. Esta medida, efectiva a partir del 4 de julio, responde a la ventaja “desleal” que los fabricantes chinos obtienen gracias a los subsidios de Pekín. Margaritis Schinas, vicepresidente europeo, explicó el jueves que la investigación iniciada en marzo reveló importaciones masivas de unos 200.000 vehículos entre octubre de 2023 y enero de 2024, confirmando un desequilibrio “ilegal” que perjudica a la industria europea. En el último año, China duplicó su cuota de mercado en la UE al 8%, vendiendo coches por valor de 10.000 millones de euros. La Comisión Europea ha comunicado sus conclusiones a las autoridades chinas y ha solicitado una solución compatible con la Organización Mundial del Comercio (OMC). Si la situación no se resuelve eficazmente, los aranceles se aplicarán el 4 de julio.
Bruselas ha anunciado aranceles del 17,4% para BYD, 20% para Geely y 38,1% para SAIC. Los fabricantes que cooperaron con la investigación enfrentarán un arancel del 21%, mientras que los que no contribuyeron pagarán el 38,1%. Valdis Dombrovskis, vicepresidente económico del Ejecutivo comunitario y responsable de Comercio, afirmó en redes sociales que el objetivo no es cerrar el mercado europeo al coche eléctrico chino, sino asegurar una competencia leal. Otros países también han tomado medidas similares. Turquía ha aumentado sus aranceles al 40% para reducir su déficit por cuenta corriente. Estados Unidos incrementará los aranceles a los vehículos eléctricos chinos del 25% al 100% a partir del 1 de agosto, además de aplicar aranceles a baterías, microchips y productos médicos.
China califica las medidas de “proteccionistas”. El gobierno chino ha respondido al anuncio calificándolo de “proteccionismo” y ha prometido tomar medidas para proteger sus derechos e intereses legítimos. En una conferencia de prensa durante la pasada semana, Lin Jian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, instó a la Unión Europea a cumplir su compromiso de apoyar el libre comercio y oponerse al proteccionismo. Jian afirmó que la UE y China deben colaborar para mantener la cooperación económica y comercial. Li Chao, portavoz de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, advirtió que los aranceles distorsionarán las cadenas de suministro globales de la industria automotriz, perjudicarán a los consumidores de la UE y socavarán el proceso de transformación verde y la respuesta global al cambio climático.
ESPAÑA, LA GRAN AFECTADA
China ha empezado a tomar cartas en el asunto y ha anunciado una investigación ‘antidumping’ contra importaciones de carne de cerdo procedente del mercado europeo. Esta medida afecta principalmente a España, ya que se trata del principal exportador de cerdo a China de la UE, que vende más de 1.400 millones de euros al año al gigante asiático. Además, el gobierno de Xi Jinping se ha mostrado dispuesto a imponer aranceles de hasta el 25%, un 10% más al 15% actual, a los automóviles importados con motores de gran cilindrada, lo que afectaría principalmente a Mercedes-Benz y BMW.
Las empresas de automoción han comenzado a expresar su oposición a los aranceles a los vehículos chinos. Carlos Tavares, CEO de Stellantis, manifestó su desacuerdo, afirmando que “China se está convirtiendo en parte importante de nuestro negocio” y que los fabricantes europeos deben ser “ofensivos y no defensivos” para “surfear la ola de la competencia china”. BMW calificó los aranceles como “el camino equivocado”, mientras que Alemania advirtió contra una “guerra comercial” que no beneficiaría a nadie. Los fabricantes europeos temen los efectos de estos aranceles por dos razones. Primero, algunas empresas como el Grupo VW venden hasta el 50% de su producción en China, con muchos de esos coches exportados desde Europa, lo que haría que los aranceles chinos afectaran gravemente sus resultados financieros. Segundo, los coches europeos fabricados en China, como el Renault Spring, el DS 9 o el Cupra Tavascan, también estarían sujetos a estos aranceles al regresar a Europa, lo que perjudicaría su competitividad. Además, casi todas las firmas europeas tienen acuerdos o participaciones en firmas chinas, y viceversa, lo que complicaría aún más la situación.