El estudio elaborado por S&P Global Mobility señala que el Conflicto en Ucrania agrava los problemas de suministros.
La escasez de chips reducirá la producción mundial en más de 5 millones de vehículos hasta 2023, según S&P Global Mobility. De tal forma, la entidad reduce, así, sus estimaciones para 2022 y 2023 en 2,6 millones de vehículos para ambos años. Este descenso en la producción se debe, fundamentalmente, al estallido del conflicto en Ucrania que provocará la subida de precio de las materias primas y la escasez de algunos materiales como el paladio.
En concreto, la entidad pronostica que los fabricantes de automóviles logren producir en 2022 unos 81,6 millones de automóviles. Para 2023, la cifra crecerá hasta los 88,5 millones. Señalan que el conflicto en Ucrania expone una vez más la fragilidad de la economía mundial y las cadenas de suministro.
Una muestra de las consecuencias del conflicto es que durante el vigente año, se dejarán de producir 1,7 millones de unidades de vehículos tan solo en Europa. Aún así, no todo es culpa de la Guerra. El informe destaca otros motivos importantes como:
- La no mejora de los problemas de suministro. La crisis de los chips semiconductores sigue existiendo.
- La pérdida de materiales clave para la producción de vehículos como son el paladio ruso y los arneses de cableado.
Las perspectivas para la producción de vehículos en América del Norte no es tan negativa aunque también se reducen las estimaciones anteriores en 480.000 unidades y en 549.000 unidades para 2022 y 2023, respectivamente. En total, se van a dejar de producir casi 25 millones de unidades, según S&P Global Mobility, desde el momento actual hasta 2030.
Una situación que afecta a la demanda
Antes de la invasión de Ucrania, según los investigadores la demanda en el sector del automóvil se encontraba en plena recuperación. De hecho, se calculaba que había una demanda acumulada de hasta 10 millones de unidades. Sin embargo, el contexto geopolítico ha afectado a los planes de los consumidores.
Indican que se ha producido una repentina pérdida de confianza económica en el consumidor, alentada por la subida del petróleo y las materias primas, que está frenando la demanda. Calculan que este hecho podría reducir en un tercio la demanda acumulada y provocar que los consumidores retrasen su momento de compra.