Una implementación en la que Suecia fue pionera y que, ahora, lidera Alemania con sus novedades tecnológicas.
Suecia es el primer país que puso en marcha esta tecnología, que permite que los vehículos puedan seguir circulando, a una velocidad máxima de 90 km/h, mientras se recargan sus baterías. Y es que en los últimos años el aumento de las restricciones en las ciudades, las conocidas como Zonas de Bajas Emisiones, han incrementado la demanda de vehículos eléctricos y, también, de las soluciones para poder cargar las baterías, ya que en cierta medida resulta complejo poder acceder a un cargador cuando se está de viaje, especialmente en áreas remotas o para aquellas personas que no disponen de garaje.
Pero ¿cómo funcionan las denominadas autopistas eléctricas? En primer lugar, hay que destacar que cuentan con una serie de barreras tanto técnicas como económicas, ya que por el momento únicamente se han implementado en pequeños tramos por su elevado coste, así como por las dificultades despliegue. Su funcionamiento es similar al de los trolebuses, es decir, un sistema de propulsión híbrido, con un pantógrafo inteligente que permite a los vehículos conectarse y desconectarse del cable aéreo, según las necesidades del momento, de modo que se reduce la dependencia de las baterías y logra una mayor eficiencia en el transporte por las vías de gran capacidad.
El objetivo de descarbonizar el transporte
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico publicó que durante 2022 se emitieron un total de 90,46 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera desde el sector del transporte. En la actualidad, Alemania es el país que más está apostando por esta tecnología de carga, ya que han incluido unos acopladores direccionales extensibles que logran alternar entre la energía eléctrica y la combustión, de tal forma que pueden desconectarse de la red para adelantar y, posteriormente, volver a engancharse.