Las demandas del mercado o las dificultades para acceder a puntos de recarga aseguran la continuidad a corto plazo de la gasolina y el diésel.
El año 2025 va a continuar siendo protagonista en lo que a los fabricantes de automóviles se refiere con la apuesta por los motores de combustión y es que a pesar de las normativas existentes en la Unión Europea que buscan potenciar la adquisición y uso de vehículos eléctricos las demandas del mercado siguen reclamando las fuentes de energía tradicionales, dado que existen todavía una serie de factores que hacen imprescindible su uso, como es el caso de la falta de puntos de recarga para los viajes de largo recorrido o en regiones remotas.
A pesar de que la industria automotriz está en constante evolución y la tendencia para el futuro es que los vehículos sean totalmente eléctricos en esta época de transición es necesario que se continúe la apuesta por la innovación para la fabricación de vehículos con motores tradicionales que sean más modernos y eficientes, para que logren una emisión menor de contaminantes de la atmósfera y que consuman menos combustible.
Factores que hacen viables los motores tradicionales
Los conductores continúan su apuesta por los motores de combustión, una realidad que se manifiesta especialmente en las regiones en las que la existencia de puntos de recarga es escasa, lo que les supone una mayor previsión de sus desplazamientos y que no hacen viable su empleo a corto plazo.
Cuestión no menos importante es la relativa a la regulación, que han establecido 2035 como fecha límite para la venta de vehículos de combustión interna. Sin embargo, hasta que toda la infraestructura necesaria para este fin esté en marcha, seguirá siendo rentable para los fabricantes los motores tradicionales. Una realidad que es todavía mayor en los mercados emergentes donde cuentan con escasas posibilidades de acceder a sistemas de recarga eléctricos, por cuestiones como la disponibilidad o el coste.
Estas razones hacen cada vez más patente que los desafíos y oportunidades que conlleva la electrificación de los vehículos se hayan convertido en una posibilidad para la industria automotriz que continúe en su apuesta por los propulsores de gasolina y diésel.