Es la encargada de enviar la potencia del motor al resto del sistema del coche, pero la forma en la que lo hace puede variar.
La caja de cambios que equipa un coche es un factor clave en la toma de decisión de un usuario. Y es que la experiencia de conducción que puede disfrutar puede ser muy diferente en función del tipo que se trate. Dicho esto, es conveniente explicar los 4 tipos de transmisión diferentes que se pueden encontrar a bordo de un vehículo.
Manual
Hasta hace no demasiado tiempo, era la más común de encontrar en el mercado, pero con el desarrollo de la tecnología se ha equilibrado su oferta y protagonismo en relación con otras opciones. Su funcionamiento se ciñe a los cambios de relaciones de los engranajes, que se llevan a cabo manualmente como su nombre indica: el conductor pisa el embrague y acciona después la palanca hacia una dirección en base a la marcha que se quiera meter.
Automática
La diferencia más clara que presenta respecto a la anterior es su carencia de embrague, aunque su esquema de funcionamiento sí que es más complejo. Por otra parte, las probabilidades de que el motor se detenga con ella a bordo son más reducidas y la conducción más suave y cómoda al no tener que estar pendiente de cambiar de marcha todo el tiempo.
Doble embrague
Automática para unos y dos transmisiones manuales en una para otros, la transmisión de doble embrague está basada en un par de embragues – como su propio nombre indica – que están robotizados y que solventan su labor automáticamente, ya que pueden ejercer los cambios de marcha sin la intervención del conductor.
En vez de ello, el proceso se realiza hidráulica o electrónicamente al controlar parámetros relevantes, como la posición del acelerador, la velocidad o las revoluciones del motor. No obstante, al igual que una manual, contiene grasa lubricante, además de otros elementos de presión hidráulica y para el clutch mojado, responsable de mandar la potencia del motor a la caja y que hace separarse o unirse al giro del motor y la transmisión.
Continua variable (CVT)
La Transmisión Continua Variable dispone de un sistema de correas y de poleas que proporcionan infinidad de marchas, o lo que es lo mismo: nunca cambia. Suele ofrecer una conducción más suave que una automática convencional, e incluso puede aportar más eficiencia en el consumo, lo que puede explicar por qué muchos híbridos la llevan.
Sus poleas lisas se abren y se cierran y, al mismo tiempo, la marcha del giro lo hace en consonancia sin que ni el conductor ni los pasajeros lo perciban.